lunes, 16 de febrero de 2015

La Unidad Espacial de referencia.

Como sabemos, la diferenciación residencial es la distribución espacial desigual de grupos sociales, de manera que, para medirla, el espacio urbano debe estar subdividido en unidades espaciales a las cuales queda referida la información sobre esos diferentes grupos sociales. Y eso nos lleva a referirnos al Problema de la Unidad Espacial Modificable, o Modifiable Areal Unit Problem, MAUP, por sus siglas en inglés.
En nuestro contexto, esa unidad espacial es la sección censal. Se trata de la subdivisión espacial más pequeña para la que disponemos de información censal -o padronal- más o menos abundante, puesto que es la empleada en los Censos de Población y en los Padrones Municipales de Habitantes. Hay equivalentes en otros contextos -los census tracts de los Estados Unidos, o los radios censales argentinos-, y, a efectos prácticos, los investigadores estamos condenados a utilizarlos en la mayor parte de las ocasiones. ¿Por qué digo condenados? Por que su delimitación responde únicamente a razones administrativas, muy relacionadas con el sistema electoral. Hace falta un mínimo de población para que una sección censal exista, de ahí que asistamos a la fusión de algunas de ellas en nuestros centros urbanos, cada vez más despoblados; y, de la misma manera, pueden contener un volumen máximo de población, por lo que es muy frecuente la aparición de secciones censales nuevas, desgajadas de otras preexistentes, en las periferias urbanas, asiento mayoritario de los nuevos habitantes de la ciudad. Este baile, de por sí dificulta la realización de estudios comparativos en el tiempo, puesto que el número de secciones en el que se subdivide la ciudad afecta el resultado de los índices.
Pero además, como su objetivo es el que es, la subdivisión de la ciudad en secciones censales no tiene por qué reflejar la realidad social, arquitectónica, o evolutiva del espacio construido, de forma que un mismo barrio puede estar dividido en varias secciones, o una misma sección contener dos barrios diferentes (y diferenciados). Este hecho puede parecer baladí, pero pensemos en los peligros de caer en la denominada "falacia ecológica" al emplear unidades espaciales que agrupan a población que puede ser muy heterogénea; o en los reparos que, siendo puristas, pueden ponerse al uso de indicadores locales de autocorrelación espacial, usando las secciones censales; y sin olvidar que es precisamente el contexto social, en sentido amplio, del que no pueden dar cuenta de manera acabada las secciones censales, el que nos permite ir más allá de la mera cuantificación de la diferenciación residencial.
Es cierto que hay municipios en los que contamos con una subdivisión alternativa, más útil para nuestros objetivos, el barrio. Málaga, Sevilla o Granada cuentan con su propia delimitación en barrios, que, además se está manteniendo estable en el tiempo (en el caso malagueño la delimitación en barrios se remonta, prácticamente sin cambios, a 2003); pero, en este caso, el problema es el volumen de información referida a ellos. Como en la mayor parte de las ocasiones la delimitación es municipal, la información es la correspondiente al Padrón de Habitantes -básicamente edad, sexo, nacionalidad y nivel de estudios-, una variedad muy por debajo de la correspondiente a los Censos de Población, que, recordemos, usan las secciones censales. De todas formas, el barrio sería la unidad espacial más recomendable para estudiar la distribución espacial de los inmigrantes, agrupados por nacionalidad, o de la población discriminada según su edad.
Por cierto, no puede "recomponerse" el mapa de los barrios jugando a agregar secciones censales, al menos en el caso malagueño, aunque, por desgracia, a nivel de sección censal la variedad de información disponible se acerca cada vez más a la del Padrón; este escasísimo volumen de información efectivamente disponible es una consecuencia de la metodología muestral empleada en nuestro último Censo de Población, que impide, por ejemplo, realizar estudios de ecología factorial, o saber la distribución por nacionalidad de la población residente en una sección censal determinada, si ésta contiene poca población.
Pero ese es otro tema, que da para una entrada diferente.
 
Para saber más:
 
Jacobs-Crisioni, Chris, Rietveld, Piet, y Koomen, Eric (2014): “The impact of spatial aggregation on urban development analyses”. Applied Geography, 47, pp. 46-56.
Opensahw, Stan (1983): The modifiable Areal Unit Problem Newcastle University. Concepts and Techniques in Modern Geography No. 38. http://www.qmrg.org.uk/catmog/index.html
Rodríguez, Gonzalo (2013): “El uso de zonas censales para medir la segregación residencial. Contraindicaciones, propuesta metodológica y un estudio de caso: Argentina 1991-2001”. Eure, Vol. 39, Nº 118. pp.97-122.

domingo, 1 de febrero de 2015

¿Segregación o diferenciación?


En muchas ocasiones, en la literatura los términos segregación residencial y diferenciación residencial se emplean como sinónimos, cuando, en realidad, no son exactamente lo mismo.
Veamos: por segregación se entiende la separación residencial de subgrupos dentro de una población mayor, mientras que diferenciación residencial hace referencia a una desigual distribución en el espacio urbano de los grupos sociales, comoquiera que estos se definan. Ambas definiciones son muy similares, así que, ¿por qué es, entonces, importante diferenciar entre ambas? Pues básicamente por las connotaciones negativas que el término segregación tiene implícitas. Cuando nos referimos a segregación, es inevitable asociar el término a toda una serie de connotaciones sociales negativas: nos referimos a una realidad en la que hay segregados y segregadores, una práctica voluntaria que da como resultado una mezcla imperfecta de la población urbana, una existencia de áreas urbanas fuertemente diferenciadas por las características sociales de sus habitantes.
Tanto es así que el diccionario de la lengua define segregación como “acción y efecto de segregar”, mientras que la tercera acepción de segregar es, según el mismo diccionario, “separar y marginar a una persona o grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales”.
En contraste, el uso del término diferenciación no tiene estas connotaciones, es más, la propia evolución natural de la ciudad trae aparejadas situaciones de diferenciación residencial: pensemos, por ejemplo, en el hecho de que la población más envejecida tiende a estar localizada en los centros urbanos –especialmente si en ellos no se han registrado procesos de gentrificación-, mientras que la periferia es asiento de la población más joven.
Así pues, ¿segregación o diferenciación? Personalmente, prefiero el término diferenciación, máxime cuando, como geógrafo estoy más interesado en la propia distribución espacial desigual de los grupos de población en el espacio, que en las motivaciones sociales conscientes –se es que las hubiera-, que dan como resultado esa distribución desigual.
 
Para saber más:
-Rodríguez Vignoli, J. (2001): “Segregación residencial socioeconómica. ¿Qué es? ¿Cómo se mide? ¿Qué está pasando? ¿Importa?. Serie Población y Desarrollo 16. CEPAL. 77 págs.
-Brun, J., y Rein, C. –eds.- (1994): La segregation dans la ville. Concepts et measures. Ed. L´Harmattan. París.